Al principio vivimos sin preocupaciones. Aferrándonos a aquella inocencia, aquella libertad. Es tan simple la vida cuando no nos disponemos a tantos problemas. Es tan bella la libertad cuando vivimos en aquel mundo lleno de fantasías, sin inquietudes, sin sufrimientos. VIVIMOS! Y no nos importa nada más que ser felices. Y allí estamos, disfrutando cada día de distintas cosas que nos va entregando la vida. FELICES.

Pero la vida nos va tranformando; desordenando de a poco aquel mundo que habíamos formado con tanta paciencia. Y nos empieza a llenar de dudas, miedos, hasta experiencias jamás vividas. Empezamos a conocer algo tan bello como es el amor. Y es entonces cuando descubrimos que podemos aferrarnos a algo que realmente amamos, y que nos hace bien. El amor, que nos sigue manteniendo libres, nos hace crear un mundo aparte del que ya habíamos creado antes, pero esta vez, comienza a ser un mundo de a dos.

Y comenzamos nuevamente a crear sentimientos jamás sentidos. Comenzamos a comprender mejor el significado de la palabra FELICIDAD. Y comenzamos a ser más felices... y comenzamos a amar. Comprendemos que ya no sólo dependemos de aquella persona para sentirnos vivos, sino que vivimos por esa persona para que a la vez dependa de nosotros. Es tan bello cuando entendés que hay una persona en el mundo que te eligió para amarla, para pasar el resto de tus días a su lado. Es tan bello comenzar a amar. Es tan bello sentirnos ENAMORADOS.

No hay comentarios:
Publicar un comentario