5 de diciembre de 2010




Sé que en un común y corriente día vendrás a mí. Tal vez no te esté esperando con los brazos abiertos o con una sonrisa radiante. Quizás, simplemente quizás, ya no te espere. Pero ahí estarás vos y sin decirme ni una sola palabra sabré a que has venido. Me salvarás de este infierno tomándome de las manos y me llevarás lejos de este mundo para hacerme olvidar todo lo que he sufrido. Harás los chistes más tontos del mundo y yo reiré como nunca lo he hecho. Me cuidarás y dejarás que mi corazón se vaya adaptando a la idea de poder entregarse nuevamente por completo. Dudará mucho, pero al fin y al cabo te querrá. Con el tiempo, dejame decirte que lo hará. Me prometerás cosas que sabré bien que no cumplirás, pero callándote, en silencio me dejarás admirar tu belleza, y la forma en la que todo eso dejará de ser tan irreal. Me enamorarás y así sabrás que por fin te llegaré a amar. Jamás lastimarás ninguna fibra de mi ser, y una cosa que al prometer cumplirás, será que, desde el día en el que me mires a los ojos, esa mirada será sincera y completamente real. Por eso te espero. Porque todavía creo en los finales felices. Porque todavía sé que a pesar de todo, el amor te mantiene en pie. Aquel amor que un día te desmorona, vuelve a renacer para poder ordenar aquellas ideas que mantienen a la tristeza en pie. Así sabrás que de a poco podrá hacerte recobrar el aliento. 
Creo en el amor, sí. Nunca renuncié a él, a pesar de mis sucursales de fracasos... Por eso te espero. Y sé que vendrás a mí, porque me lo merezco. Serás mi chico. Al que amaré y sacaré miles de sonrisas. Serás aquel que merezca mi amor. Serás mi príncipe que combatirá con miles de dragones para poder defenderme. Serás la persona a la cual no dejaré de amar. Pero también serás la persona que jamás podrá reemplazar esto que siento ahora.

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