20 de octubre de 2010


Me pongo a pensar en la facilidad que tenemos en cambiar repentinamente nuestros estados de ánimos. En un segundo, y sin darnos cuenta, cambiamos nuestras sonrisas por miradas que trasmiten bronca y odio a la vez. ¿Cómo es posible que de un momento para el otro todas las cosas lindas que nos dijimos, encuentren un punto en el que ya no se sientan ni en el roze de la piel? Es tan raro. Y me doy cuenta que TE AMO, pero TE ODIO a la vez. Y es ahí en donde sé que para amarte, como dice mi gran ídolo, tuve que odiarte un par de veces! Me consumís, me consumís y sin darte cuenta te aprovechás de mi facilidad para perdonar. AMO QUE ME CONSUMAS, pero odio en la manera en que lo hacés. Y te amo, y te amo, y te amo.... Y sin darme cuenta me olvidé de mi.

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